“Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”.
Paulo Freire, educador (1921-1997).
Estamos casi todos de acuerdo en que el mundo no va bien; “¡Qué asco de mundo!”, dice mi madre: miseria, hambre, violencia, guerras, corrupción. Especialmente desconcertante, e incluso doloroso, es para las personas mayores, que confiaban en que el paso del tiempo, especialmente durante el siglo XX con sus fabulosos avances en democracia (en nuestro caso), tecnología, medicina, etc. redujese las desigualdades y la injusticia en una suerte de globalización moral. Pero no ha sido así: podemos vivir más tiempo y producir mucho más pero, paradójicamente, la miseria permanece. ¿Hay una atrofia moral inmanente a la Humanidad?: por qué, habiendo recursos de sobra para una vida digna para todos, se perpetúa esta desigualdad lacerante.
Hay diferentes hipótesis para explicar este estado de cosas, este statu quo del que hablamos al principio de estas páginas. Lo cierto es que hay bastantes cosas que se podrían hacer, de forma salomónica en el estado de urgencia en el que nos encontramos, pero de forma meditada y consensuada a medio y largo plazo; pero no se hace nada porque a quien tiene el poder no le interesa y a los que les interesa no tienen poder.
Por qué, si estamos en una democracia y la mayoría está de acuerdo en acabar con determinados abusos y en reducir la desigualdad, ¿no lo hacemos?. ¿Qué nos detiene?…
Qué nos queda, ¿resignarnos?, ¿pasar esta nuestra vida de “afortunados” occidentales lo menos mal posible?. ¿Entregarnos a un egoísmo liberador y dejar de procrear?: “uno no puede traer hijos a un mundo como este”. Si la mayoría siguiera estas palabras de Virginia Woolf acabaríamos extinguiéndonos lo que, visto desde una perspectiva ecológica, sería una bendición para el planeta. Pero no vamos desencaminados: la natalidad sigue descendiendo, y bruscamente en estos tiempos de crisis.
Qué más…
Nos queda la educación de nuestros hijos; no son pocos los expertos que coinciden en que la educación es (casi) la única solución. “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, nos dice Paulo Freire. Afortunadamente cada día sabemos un poco más; por ejemplo, y desde diferentes ángulos (biología, antropología, psicología, sociología, etc), vamos sabiendo cómo la forma en que criamos y educamos a nuestros hijos va configurando su percepción de sí mismos y del mundo y, consecuentemente, la forma de actuar en él. Así, algo debemos estar haciendo mal cuando muchos no perciben, ni siquiera mediante el sufrimiento ajeno (empatía), que el mundo privilegia a unos pocos y maltrata a una inmensa mayoría incluida la Biosfera que nos sustenta, y cuando los que lo perciben, muchos también, creen que apenas pueden hacer nada por cambiar esta situación a pesar de ser “libres” y poder decidir, con un voto cada cierto tiempo, qué sociedad quieren. Algo no cuadra.
Entonces, ¿qué tipo de educación necesitamos?, ¿la que está diseñada desde arriba?. Qué nos dice Bertrand Russell al respecto: “Casi toda educación tiene móvil político: se propone fortalecer a algún grupo nacional, religioso o social en la competencia con otros grupos. Es este móvil el que principalmente determina qué materias se enseñan, qué conocimiento se ofrece y qué conocimiento se oculta, y que determina además qué hábitos mentales se espera que los pupilos cultiven. Prácticamente nada se hace en función del desarrollo interior de la mente y del espíritu; en efecto, quienes han recibido más educación han sufrido a menudo una atrofia mental y espiritual”. Conviene recordar, en este punto, que Russell no ingresó en una institución educativa hasta los 18 años y que fue instruido en casa por diversos tutores, entre ellos su hermano mayor.
[Continuará…]
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El texto precedente es otro extracto del Dossier «Colegio Andolina: otra escuela es posible». Textos con los que exponemos nuestras inquietudes y anticipamos algunos de los temas que se tratarán en las III Jornadas Andolina: «Otra forma de mirar la educación» que se celebrarán en Gijón los próximos días 9, 10 y 11 de mayo. Se ha ampliado el plazo de inscripción: ¿te subes a este «tobogán»?.
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