Dicen que lo mejor de las fiestas es prepararlas, pero para nosotros esa frase no funciona: nos lo pasamos genial organizándolo todo, es verdad, pero ¡en la fiesta no hay quien nos pare!

Halloween empezó en la Andolina antes del 31 de octubre con talleres para elaborar los disfraces que nos pondríamos ese día: hicimos sombreros puntiagudos, vestidos con bolsas de basura y hasta una cara enorme de Frankenstein. Luego, tuvimos un taller de cocina para preparar el almuerzo de la fiesta. Las recetas monstruosas fueron las siguientes:

  • Puré feroz de calabaza.
  • Terroríficos araña-huevos.
  • Galletas horripilantes con formas aterradoras.

(Como en este taller participaron niños y niñas de Caracol y Monos pues, claro, alguna galleta salió con forma de corazón o de flor, pero, bueno, también nos la comimos.)

Con todo listo, el miércoles 31 llegamos al cole como si fuera un día normal. Y en realidad, para los niños más pequeños así lo era. No quisimos decorar todas las aulas ni venir con el disfraz puesto de casa para que ninguno pasara miedo. Y aunque nosotros sabíamos que de eso se trataba, cuando nos pusimos los disfraces ¡nos partimos de risa al ver las pintas que llevábamos todos! Y empezó la fiesta que estuvo genial. Comida, amigos, música para bailar ¿qué más se puede pedir?

Pues organizar otra fiesta y, aunque no os lo creáis, en esas estamos…