Andolina es un proyecto innovador, con una fuerte implicación familiar en todo el proceso educativo. Un proceso cuyo objetivo es…

Una manera sugerente de empezar: un título para madres/padres comprometid@s y una primera frase que apela a cualidades destacadas del proyecto (innovación, compromiso). Llegada la segunda frase, el texto, con el que me quiero estrenar en el blog, se mete en un jardín florido. Y, a pesar de que intento moverme con precaución, no quiero pisar ninguna flor diciendo cuáles son los objetivos del proceso educativo que se está desarrollando en Andolina. Porque cada un@ tendrá su flor favorita.

Pero, como recién llegado a un proyecto tan joven e ilusionante (¿se nota?), sí me animo a aprovechar los medios virtuales que nos brinda la era de la información para sugerir debates sobre crianza, educación y temas relacionados, abriendo así otro espacio para la reflexión; una suerte de laboratorio de ideas ( ¿AndolinaLab? ;-).

Volvamos a los objetivos. De alguna manera, supongo que en un proyecto poco convencional como Andolina debe haber bastante afinidad entre los implicados. Pero «afinidad», que ya es mucho en un tema sensible como este, no significa necesariamente «coincidencia». Por otra parte, la coincidencia, además de prácticamente imposible, ni siquiera es ventajosa para un proyecto que, tanto mejor, se puede enriquecer con la variedad de matices que podemos aportar entre todos.

Para ilustrar el interés de los matices voy a citar a uno de los más críticos expertos en educación, el ex-profesor de Inteligencia Artificial Roger Shank («Los colegios no deberían existir» [ http://www.kindsein.com/es/21/1/485/ ] y «Sólo hay dos cosas que están mal en el sistema educativo: 1. lo que enseñamos y 2. cómo lo enseñamos»):

«El objetivo no son las notas de los exámenes, sino la felicidad. La felicidad proviene de una vida emocionante, que incorpora habilidades laborales, capacidad de razonamiento, capacidades personales, y no incluye fórmulas matemáticas ni obras literarias que consideran sagradas las distintas culturas. Tenemos que enseñar lo que importa hoy en día. Dejemos de convertir a los niños en intelectuales y hagamos que sean ciudadanos de provecho.»

Para quien no conozca a Shank, no debe asustarse con el título de esta entrevista que acabo de citar: defiende el «aprender haciendo», es decir, un aprendizaje eminentemente práctico basado en casos de la vida real, apoyado en las nuevas tecnologías y reniega del obsoleto método tradicional y de la mayor parte de sus contenidos por inútiles. Pero su opinión, discutible por más experto que sea, como todas, no ha de convertirse en dogma, máxime cuando ha fundado una empresa con ánimo de lucro que vende, con toda legitimidad, por supuesto, «su» método educativo (Socratic Arts Corporation).

Pero, a lo que iba: «el objetivo no son las notas de los exámenes, sino la felicidad». ¿Y no es la felicidad «El Objetivo»?; aunque es cierto que conviene hacer lo posible, desde el principio de la vida, para no olvidarlo, porque el cerebro está inicialmente orientado a ello, aunque enseguida se ve asaltado por mensajes que lo desorientan (podemos hablar de esto más adelante). Y según Shank la felicidad proviene «de una vida emocionante…», etc. y es en un entorno de gran influencia como la escuela donde hay que poner especial atención en hacia dónde orientamos a los niños. Veamos diferentes planteamientos pedagógicos:

– Instrucción temprana de distintas habilidades y destrezas relacionadas con la competencia profesional. Cuánto antes empiecen a leer, escribir, matemáticas, mejor.

– Entornos en los que se «prepara» a los niños para las rutinas del mundo laboral al que han de enfrentarse: horarios, jerarquías, normas, etc.

– Entornos de aprendizaje libre en el que se respeta el ritmo de maduración del niño, para no forzar la innata motivación por aprender.

– Entornos enriquecidos, con estímulos que potencien una actitud de exploración y conocimiento autoguiado.

– Entornos democráticos o autocráticos.

– …

Podría poner más opciones, pero ya sabéis de qué estamos hablando; sin embargo, ¿os soprendería saber que la mayoría, a la hora de elegir entre estas opciones para sus hijos, no coincide con la mayoría de los que leéis este blog?.

Y para acabar, no quiero dejar los matices del párrafo del «provocador» Shank: «…hagamos que [los niños] sean ciudadanos de provecho». Qué significa eso… (especialmente, proveniendo de una cultura como la norteamericana). Cuando yo oía (y oigo) esa expresión, tengo la sensación de que ese «provecho» está relacionado con el rendimiento económico (aprovechar el tiempo para ganar dinero). Prefiero la versión ingenua, concederle el beneficio de la duda a Roger, y pensar que quiere decir «aprovechar el tiempo haciendo cosas que te satisfagan; que te hagan feliz». ¿No es ese «El Objetivo»?.

Queda inaugurado este debate…
;-D