Hace 4 años, apareció un reportaje en EL PAÍS sobre la Escuela Amara Berri de San Sebastián. La metodología de esta escuela es similar a la pretendida por Andolina y de hecho se va a visitar el próximo 5 de noviembre por el grupo de profesores y algunas familias. Posteriormente (el 11 de noviembre a las 6 de la tarde en el Conseyu de Mocedá de Xixón) vendrá un grupo de profesores de dicha escuela a explicarnos su día a día.
Aquí tenéis un extracto de dicho reportaje:
El juego como sistema de aprendizaje
La escuela pública Amara Berri de San Sebastián ha consolidado el innovador método educativo que instauró en 1979
En la escuela pública Amara Berri de San Sebastián, los alumnos no siguen un libro de texto para estudiar matemáticas; aprenden, por ejemplo, el sistema métrico como responsables de una tienda ficticia, o lo que es una hipoteca cuando les toca pagar un crédito al banco que regenta otro compañero. Tampoco tienen clase de lengua al uso. En su lugar, hacen un periódico todos los días, preparan programas de radio y televisión o charlas con las que matan para siempre el miedo a hablar en público. «Nos interesan todos los ámbitos de su desarrollo, no sólo que sepan mucho de una u otra materia, porque se trata de que adquieran competencias para la vida: que sepan relacionarse, comunicarse, disfrutar», dice Emilio Martín, director del centro.
«Es un proyecto de crecimiento para toda la comunidad educativa. Aquí todos enseñamos y aprendemos»
Amara Berri, declarado en 1990 Centro de Innovación Educativa del Gobierno vasco, siempre ha funcionado con planteamientos de ciclo, antes incluso de la LOGSE. De hecho, niños de distintos cursos están mezclados en las aulas porque se busca deliberadamente la diversidad. No sólo de edades, también de capacidades: se entiende que resulta enriquecedor para toda la comunidad educativa. Por eso mismo los niños con necesidades especiales reciben todo el apoyo posible dentro de las aulas ordinarias.
«Lo que hacemos es montar actividades que llamamos contextos sociales» para el aprendizaje cooperativo o individual. Por ejemplo, en un mismo aula puede haber una zona para las adivinanzas y otra para preparar charlas en grupo. Los chavales tienen que repartirse el trabajo, decidir el enfoque, buscar la información, seleccionarla, preparar su intervención… Y sacudirse el miedo a hablar en público. Los pequeños simplemente se sientan ante el micrófono y hablan; los mayores, se preparan sus charlas con vídeo o Power Point.
Lo que ha hecho Amara Berri es recuperar la filosofía del juego con intencionalidad educativa, de cooperación, de responsabilidad…
No hay aulas cerradas. Ni profesores marcando distancia con sus alumnos desde la pizarra. Ni hileras de pupitres. Los niños cambian de zona dentro de su clase o salen de ella sin levantar la mano ni pedir permiso. Y se respira sensación de libertad, en ningún caso de caos. Y eso que los niños van y vienen, se mezclan: mientras unos representan su obra de teatro otros les graban para los programas de televisión del día.
«Se ha comprobado que cuando llegan al instituto no obtienen resultados más bajos que sus compañeros y están más preparados en otros aspectos», añade. «Al hacer tantas actividades, trabajar con tantos profesores, con niños de otras edades y capacidades, desarrollan muchos recursos»
Texto íntegro del reportaje: El juego como sistema de aprendizaje
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