Cuando tratamos de imaginar cómo transcurre un día cualquiera en Andolina es posible que pensemos en niños/as concentrados/as dibujando en un rincón del aula, mientras otros/as echan una partida de ajedrez o buscan, hojeando en el atlas, la ruta del Proyecto África. Seguimos imaginando y un adulto anuncia, casi en susurros, que va a comenzar el taller de electrónica y los asistentes se preparan recogiendo antes el material que estaban utilizando.

¿Mola? Seguro que en nuestras cabecitas adaptadas a ese pequeño carril por el que hemos transitado en nuestros años escolares, esa imagen mola y mola mucho: tranquilidad, conocimiento, respeto inamovible por las normas…

12-21-25Pues bien, cualquiera que haya pasado una mañana en Andolina sabe que esto no se ajusta fielmente a la realidad. Vamos, puede que si imagina la situación opuesta estaría más cerca de lo que pasa realmente. Y ¿qué es lo que pasa? Nada más y nada menos que la vida, así con todo su volumen.

Si Andolina acoge en estos momentos más de sesenta personalidades diferentes, totalmente libres de ser como son, dispuestas a mostrar su mal humor, su cansancio, su alegría, su llanto, su cariño, sus intereses… pues poco o nada tiene que ver con la imagen del principio. Pero además son más de sesenta personalidades que no pululan solas sino que se interrelacionan con el resto en un compartir intenso y constante (espacio, material, emociones). El malestar o el entusiasmo se contagian en un abrir y cerrar de ojos porque todos se conocen… y no solo por el nombre. Una niña de cuatro años te puede contar el día no por las cosas que ha hecho sino por las emociones que ha compartido. 13-25-05

¿Surgen conflictos? ¡A diario! Y se saltan normas y hay llantos sin motivo y ante un taller preparado con el corazón aparece la indiferencia. Y surgen cabreos monumentales por no poder utilizar un material y hay discusiones con gritos entre amigos amiguísimos y tristezas con puchero “porque hoy no quieren jugar conmigo”.

Y así…, metidos en ese centrifugado de sensaciones, van los profes suavizándolo todo. La fórmula exacta la desconozco, pero cuentan que utilizan límites muy claros para el incumplimiento de normas, con consecuencias también claras y estrechamente relacionadas con la norma en cuestión; que activan el modo “escucha activa” desde que se quitan los zapatos a primera hora; que dan tranquilidad cuando hay agite y compañía cuando alguien se siente solo y afecto a cada minuto y que practican la empatía y también la paciencia y que observan y que aprenden y que se emocionan siempre y que fracasan a veces pero que no desisten nunca.

OLYMPUS DIGITAL CAMERACuentan también que la escuela es una entidad viva que va mostrando qué le gusta y qué no y que los/as niños/as la van conociendo poco a poco. Por eso a muchos no hace falta recordarles que hay que cuidar los espacios o el material porque eso ya lo han interiorizado como una característica de su cole y deja de ser incluso una norma para convertirse en una manera práctica de funcionar. “Tenemos tanto que hacer que no vamos ahora a discutir por no guardar los rotus en su caja” –deben pensar.

Y se va construyendo Andolina y, la verdad, no nos cansamos de mirarla.

Si tienes curiosidad por saber cómo es la vida en estado puro quítate los prejuicios y asómate.