Hoy he pasado más de 4 horas de charla, risas y paseo con Derry y su esposa Deborah. Mientras escribo estas líneas se me dibuja una sonrisa en la cara. Ese imposible recordar a Derry y no esbozar una sonrisa. De ternura, de admiración, de acordarte de alguna de sus bromas, una sonrisa como de agradecer a la Vida que existan personas como Derry.
Hace años que nos conocimos y cada año nos encontramos, al menos, una vez. En Ugena (última edición, a la que por desgracia él no pudo estar: https://faceugena.wordpress.com/2017/05/13/face-2017/). O en Gijón (http://jornadas.colegioandolina.org/contenidos). Hemos quedado que la próxima vez le visitaremos en su pueblo 😛
Cuando esta tarde nos hemos encontrado después de comer, Derry y Deborah venían de pasar la mañana en nuestra Andolina. Venían totalmente entusiasmados. Se les iluminaban los ojos hablando de nuestros niños y nuestras niñas. Varias veces repitieron: “en Andolina son felices, son libres”. No hay nada que más me emocione que estas palabras que vienen de una persona que ha visitado cientos de escuelas en el mundo, siempre buscando escuelas donde el centro y motor es cada niño y cada niña, y donde el objetivo es el despliegue del potencial que cada uno/a trae en su interior.
Hemos charlado sobre tantas cosas…
Quería saber qué significa Andolina. Hablamos de lo lejos que vuelan las golondrinas y de cómo, a pesar de alejarse miles de kilómetros de sus nidos, regresan al mismo nido al volver de sus migraciones. Y de que sus nidos los conservan con mimo durante muchos años. Como mimamos aquí nuestro cole.
Hemos paseado junto al mar, sorteado las olas que nos amenazaban con mojarnos al chocar contra el muro.
Hemos paseado por Gijón. Hablamos de las banderas de España que cuelgan de algunas ventanas… de Cataluña, de la tristeza y la incomprensión de tantas cosas que están ocurriendo estos días, de la violencia, de las ideas, de la gente… de lo difícil que a veces son las cosas…
Derry ha comprado pasteles para él y para mi hija pequeña. Y los dos se han merendado los pasteles mientras Deborah y yo hablábamos de que llevaban demasiada azúcar. Derry y mi niña se miraban, sonreían y, una frente al otro, masticaban los bollitos.
Compartimos sobre lo difícil que es para las familias “militar” en coles como el nuestro. Cómo en ocasiones aparece el miedo, que es complicado no dudar algunas veces si hemos acertado al embarcarnos en proyectos tan diferentes al resto de escuelas…
Me ha contado de otras escuelas que ha visitado en Holanda, en Alemania… y cómo le ha recordado nuestra Andolina a esos lugares, donde los niños y las niñas son felices y libres. Otra vez lo ha dicho.
Me ha contado cómo este verano, mientras en Ugena nos reuníamos más de 500 personas en el FACE (https://faceugena.wordpress.com/2017/05/13/face-2017/), otras 500 personas (incluído él) se juntaban en París para compartir sobre educación alternativa. Ha dicho: ¡Es increíble, tanta gente “por lo mismo”! ¡Es fantástico!” Lo es. Y da alegría.
Le he preguntado cuál será su próximo viaje. Dice que Berlín le encanta. Y que lo visitará pronto.
Hablamos sobre educación. Sobre cómo crecen los/as niños/as. Sobre cómo son. Y que Derry y Deborah pusieron una granja donde criaban ovejas para alimentarse de su carne y entonces sus hijos se volvieron vegetarianos. Los niños cómo son…
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